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Capítulo 7: Un pequeño descanso
Ya había pasado una semana desde que comencé a entrenar con el maestro Shen y mientras más avanzábamos más exigente se volvía. En mi primer día descubrí que había colocado piedras en la mochila que llevaba, no era la gran cosa si al día siguiente no hubiera colocado otras del tamaño de su cabeza.
Menos mal que siempre está el señor Hoshi detrás de él para evitar que me mate en el proceso de hacerme más fuerte. Además, me ayudaba con las heridas y colocándome protectores en partes frágiles del cuerpo.
Era toda una experiencia nueva para mí el estar en estas condiciones y por más que pasa el tiempo no lograba acostumbrarme a este ritmo de vida.
Faltaban pocos días para poder llegar al campamento del que siempre hablan, sin embargo, nos tocó tomar una ruta alterna para evitar entrar a un bosque el cual era muy denso y teníamos altas posibilidades encontrarnos a un inhumano.
El camino alterno consistía atravesar una mina abandonada el cual seguía un trayecto pasando por debajo del bosque y teniendo una salida del otro lado del mismo. Pero antes de tomar ese camino decidimos descansar una noche en la entrada de la misma, por lo cual me toco hacer nuevamente flexiones con piedras en mi espalda.
– Noventaiocho, noventainueve… Y cien… -Caigo completamente cansada al suelo- S-señor Shen… Ya terminé.
– Qué bueno, descansa diez minutos y luego haz otras cien.
– ¿No crees que te están pasando con ella? Por lo menos déjala descansar hasta que partamos mañana temprano.
– Lei está fortaleciéndose más rápido de lo que esperaba, pero aun así no voy a rebajar mis exigencias.
– * Pffff * ¿Akai sabe lo de esa noche en la capital con la cocinera de takoyaki?
– … No eres capaz de decirle… Tú también eres cómplice de lo que paso esa noche.
– A mí como mucho me puede dar un golpe del cual recordare el resto de mi vida, pero tú puedes incluso perderla a ella jejeje -Este mira a su contrario de manera picara mientras revisa mis vendajes-
– Eres un… Descansa hasta mañana Lei, procura dormir bien…
– ¡Muchas gracias maestro, también gracias a usted señor Hoshi!
Me levanto del suelo para poder abrazarlos a los dos por igual, solo habían pasado un par de días, pero aquellos dos hombres hacían que no me sintiera mal por mi familia. Me daban una sensación muy cálida, como si estuviese en casa.
Me siento nuevamente junto a ellos para comer mi porción de comida mientras descanso frente de la hoguera. En eso quise hacerles una pregunta para poder romper el silencio, además era algo que ya me tenía rondando la cabeza por varios días.
– ¿Cómo es el campamento Karasu y esa tal Akai de la que siempre hablan?
Los dos señores se sorprendieron tanto por mi pregunta que no supieron que contestarme al principio, pero luego de un par de segundos después empieza el señor Hoshi a contarme sobre ella.
Para empezar, me explicaron el papel que cumple los Karasu en el país además de recomendarme de nunca decir mi nombre ni el de mi aldea cuando llegase.
Resulta que hace mucho tiempo varios pueblos fronterizos de Hokori y de Pereyti se alzaron en contra de sus respectivos gobiernos con el fin de detener la guerra que llevaban estos dos países hace tiempo. En el caso del país vecino lograron que los puntos clave fueran lejos de los poblados, pero para nosotros fue diferente.
Todos los pueblos que se revelaron fueron tratados traidores de la nación por lo cual ya no podíamos contar con ayuda del gobierno y si quería podían arrasar con toda esa gente.
Al final no hicieron ninguna masacre con los poblados fronterizos debido a que muchos Karasu venían de aquellas zonas y eso provocaría una guerra civil contra una fuerza militar muy peligrosa. Como ellos mismo dijeron “Los Karasu no toman el país porque son muy fieles a la familia real”.
Inmediatamente le pregunte qué nombre debería usar al momento de llegar al campamento, sin embargo, no me gusto ninguno de los cuales me recomendaron por lo cual decidí mejor esperar. Quizás la tal Akai tenga una mejor sugerencia, eso me llevo a preguntar por ella.
El señor Hoshi me responde diciendo que Akai es su hermana y que está comprometida con el señor Shen. Ella ha sido la mejor Karasu de su generación y es candidata a ser líder en el campamento, lo que quiere decir que podrían ocultar mi identidad sin ningún problema.
– Es bueno saber que puedo confiar en alguien más además de ustedes. Por cierto ¿Ustedes que hacían por mi aldea tan lejos del campamento?
– Si realizas más preguntas se acabará tu descanso.
– Aun me sigo preguntando que ve mi hermana en ti… Déjala, solo es un poco curiosa.
El señor Hoshi me explica como él y el señor Shen formaban parte de una organización llamada Seguridad y Defensa del país vecino del oeste Basilia. Por petición los mandaron a inspeccionar los poblados fronterizos debido a que estos no tienen seguridad por lo dicho anteriormente, fue mera casualidad que me encontraran mientras pasaban.
Pensando en la suerte que tuve de que ellos me salvaran procedo a darle un último mordisco a mi cena, en eso, el señor Hoshi me acaricia el cabello como si fuese un perro. Al principio no sabía porque lo hacía, pero lo deje seguir porque me gustaba.
De la nada se acerca el señor Shen para dejar en mis manos una daga la cual media la mitad de mi brazo entero además de tener escrito en mismo un símbolo que no lograba entender.
– Es mi regalo de compensación por no haber llegado a tiempo para salvar todo tu pueblo. La hice yo mismo y tiene escrito el nombre de Karasu.
– Ohhh… M-muchas gracias maestro… ¡La usare para matar muchos monstruos!
– ¡Jajajajaja! ¿En serio crees que esa pequeña hoja es capaz de matar un inhumano? Con eso con suerte mataras un cerdo con dos patas.
– * Jmmm * Pero como usted dijo el otro día “Cualquier arma es capaz de matar hasta un dios, solo falta que su portador sepa usarla”
– … (Me sorprende que ella prestara atención a todo lo que decía…) Entonces creo que eres capaz de matarlos con tus propias manos ¿No?
– C-claro… ¡Pero quiero verme genial como usted cuando cazaba animales!
– Ohhh… Pues mañana te enseñare a cómo apuñalar de manera que te luzcas con los demás.
– ¡¿En serio?! ¡Muchas gracias! -Salto hacia él abrazando su cuello y arrecostando mi cabeza en su hombro-
Luego de proporcionarle un abrazo a mi maestro precedí a terminar de comer para irme a dormir. En eso, escuche como el señor Hoshi revisaba la herida del maestro, al parecer después de todos estos días aun no presentaba signos de mejorar.
Hasta donde pude escuchar resulta que se encontraron con varios inhumanos antes de poder dar conmigo, uno de esos logro apuñalar gravemente al maestro y debido por la falta de instrumentos el señor Hoshi no ha podido cerrarle la herida.
Por suerte faltan pocos días para llegar al campamento y ahí podrán tratarle como es debido. Aun así, me sorprende como ha podido recorrer una gran distancia a pesar de su condición.
Cuando el maestro me contaba que los Karasu muy probablemente son los guerreros más fuertes del continente no esperaba que fueran capaces de siquiera pasar lo humanamente posible. Sin duda con el rival perfecto para los monstruos que caminan por nuestras tierras.
Quede profundamente dormida al instante, era normal después de todo, incluso desde antes de que pasara todo esto solía dormir hasta el media día. Por lo mismo me gane el título de “La más vaga de la aldea” pero solamente no podía resistirme al placer de dormir. Sin embargo, perdí ese gusto gracias al maestro Shen.
Luego de varias horas descansando siento el sonar de la funda de la espada del maestro contra una roca. Esa era la forma amable de él para despertarme, la otra directamente es echarme agua.
Al levantarme del frio suelo pude ver como un pequeño rayo de luz atravesaba las densas ramas y hojas de los árboles del bosque. Era nuestra oportunidad de poder atravesar la mina mientras los monstruos descansan y buscan refugio.
Rápidamente me levanto del suelo tomando mi mochila con rocas para ser la primera en entrar a la ruta que nos dará paso al campamento, pero al momento de adentrarme un poco comienzo a sentir una sensación la cual no me deja avanzar más.
Es como si alguien más estuviera adentro. Alguien con el cual no queremos encontrarnos.