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Capítulo 9: El nacimiento de una Karasu
Mis oídos no podían dejar de escuchar el fuerte retumbar de los inhumanos intentando alcanzarnos, además de que no podía abrir mis ojos por el terror que sentía por todo mi cuerpo. Lo único que podía hacer era aferrarme con fuerza al señor Hoshi y rezar para salir de este horrible lugar.
Aunque no importaba cuanto corriéramos, simplemente la salida no quería dar nosotros.
De la nada el maestro Shen cae arrastrándose por todo el piso debido a su herida, rápidamente el señor Hoshi se detiene para bajarme de sus brazos he intentar levantar a su compañero. Sin embargo, los inhumanos no nos dan no un segundo para poder respirar.
En el momento en que el señor Hoshi logra levantar al maestro me hace entrega del mismo para que podamos escapar, mientras tanto él se haría cargo de los inhumanos.
Yo sabía que el señor no podía lograr sobrevivir a los inhumanos, sus habilidades físicas ni siquiera estaban enfocadas en el combate, pero aun así él quiere protegernos a toda costa.
* S-señor… Hoshi… -Mi cuerpo aún seguía paralizado por el miedo-
* Maldito matasanos… ¿Quieres quedar como el héroe frente a Lei? Entonces sácala de aquí…
* ¡Pero Shen, tu condición…!
* ¡¿Y eso que importa?! Salva a esa niña y llévala junto Akkai… Yo mientras tanto les enseñare modales a estos hijos de perra…
El maestro Shen toma su espada y la usa para mantenerse de pie mientras espera el ataque de los inhumanos. Mientras tanto, el señor Hoshi solo puede mirarlo lleno de impotencia debido a que sabe que sin importar que haga no iba lograr convencer a su compañero de que escapara.
Este apretando su puño con fuerza procede a levantarme y así cargarme mientras corre en dirección contraria en busca de alguna salida.
* Akkai se enojará mucho contigo si no vuelves idiota…
Mientras nos alejábamos cada dé vez más del maestro Shen, no podía evitar sentir un fuerte remordimiento el cual cubría todo mi pecho. Quería poder sostener un arma con todas mis fuerzas para poder salvarlo. Sin embargo, no puedo ni defenderme a mí misma y ahora lo hare con alguien más.
Y como si fuese el estallido de un barril de pólvora escucho un fuerte estruendo proviniendo del lugar donde estaba el maestro. Usaba sus últimas fuerzas para gritar de tal manera que sus palabras llegaran a lo más profundo de mi ser.
* ¡Lei, vuélvete en una gran guerrera! ¡Tienes como reto matar a mas inhumanos que yo, así que prepárate porque llevo un record de cuatrocientos catorce jajajajaja!
Al escuchar esas palabras mi cuerpo entro en paz para luego dejar varias lagrimas mientras hundía mi rostro el hombro del señor Hoshi. Acto seguido levante la mirada y grite a todo pulmón.
* ¡Me volveré tan fuerte que necesitaran un ejército para vencerme! ¡Matare a mil cuatrocientos catorce inhumanos por usted! ¡Ya lo vera maestro!
De la nada él comienza a reír a carcajadas mientras choca su espada contra los inhumanos. Cada vez nos alejamos más y más de él hasta que ya no escuchábamos su voz por lo cual suponíamos que habíamos logrado perderlos, no obstante, no podíamos dejar de pensar si lograría estar bien por su cuenta o al menos yo pensaba eso.
El señor Hoshi solo se limitó a correr, pero no despegaba su mirada del suelo. Es más que obvio que estaba pensando en el estado del maestro, por lo cual decidí bajarme de su hombro para empezar a correr junto a él.
Si nos dábamos prisa podíamos llegar rápido al campamento de los Karasu y pedir ayuda para el maestro. Así que sin pensarlo dos veces corro con todas mis fuerzas en busca de esa mínima posibilidad de salvar a esa persona que me salvo a mí.
Gracias al destino logramos ver una luz al final del túnel lo cual significaba que habíamos encontrado la salida, solo quedaba correr unos kilómetros más y podríamos rescatarlo maestro.
* (Solo espérenos un poco más maestro, usted mismo vera como me volveré mas fuerte)
Luego de correr hasta el agotamiento logramos llegar al campamento Karasu donde el señor Hoshi les informa a sus compañeros de la situación del maestro Shen. Al ver que preparan los caballos para ir a toda prisa me dispongo a ayudarles, pero de la nada mi cuerpo se torna pesado y sin más caigo al suelo con mi vista nublándose poco a poco.
Mi cuerpo estaba completamente cansado por haber corrido tan largo trayecto sin tomar ningún descanso, por lo cual me desmaye de un momento a otro.
Al abrir mis ojos vi que me encontraba a mitad de la nada, solo podía ver una densa niebla a mi alrededor. Decido levantarme para comenzar correr en busca de algo que me diese una pista que me indicara donde estaba.
Mientras avanzaba no pude evitar observar una silueta frente de mí la cual luego de unos segundos logro reconocer, era el maestro Shen. Inmediatamente corro hasta donde él para darle un abrazo por su espalda, pero de la nada lo atravieso justo cuando me abalanzo encima suya.
Caigo al suelo completamente confundida para luego voltear mi mirada y mirar como el maestro se aleja poco a poco de mí. Trato de levantarme para seguirlo, pero choco con sus espadas que estaban en el suelo.
* Pensaba regalártelas algún día si seguías con vida, pero viendo las circunstancias se las dejare a Akkai, para ti te dejo esto -Me lanza otra espada, pero esta es más delgada y su mango es diferente-
* ¿Qué…?
* Su nombre es Ao por el diseño de su mango, es un tesoro que tengo. Mata a tanto inhumanos que puedas con ella.
* P-pero maestro, ¿Adónde va? -Trato de correr hasta donde él esta-
* Nos veremos en otra ocasión Lei.
De la nada despierto dentro de una carpa. Al parecer cuando me desmaye me trajeron hasta acá para que descansara. Tenía vendas por todo mi cuerpo además de que me habían cambiado la ropa sucia que tenía.
Decido salir de aquel lugar para darme cuenta que hay un cúmulo de gente a mitad de todo el campamento por lo cual decido acercarme a ver qué era lo que pasaba. En lo que me acercaba empezaba a caer gotas de lluvia las cuales me daban un mal presentimiento, como si lo que soñé fuese real.
Cuando llego al centro veo como el señor Hoshi estaba llorando encima del pecho de alguien, al subir un poco mi mirada me percato que se trataba del maestro Shen.
Inmediatamente caigo de rodillas para llorar a mares mientras golpeaba el suelo con mis inútiles y débiles manos. Me sentía profundamente culpable de que mi maestro haya muerto por salvarme.
La lluvia aumenta y comienza a empapar a toda la gente que está en lugar, pero de la nada aparece una mujer con cabello blanco la cual traía una manta muy gruesa la cual usa para taparme completamente. Acto seguido levanta mi rostro para luego limpiar mis lágrimas y regalarme una sonrisa.
* Pobrecita, has pasado por muchas cosas. Es bueno saber que la última voluntad de Shen fue cumplida -Esta se acerca para besar mi frente-
* (Esta mujer, es…) L-lo siento, por mi culpa el maestro Shen…
* -Mi contraria me detiene para luego hablar ella- No te culpes por ello. Somos Karasu, mientras salvemos vidas no nos importa morir. Él está feliz con que tu tengas una larga vida -La mujer acariciar mi cabello revolviéndolo un poco-
Después de oír sus palabras no pude evitar volver romper en llanto escondiendo mi rostro sobre su hombro.
* Oh vamos pequeña, no llores. Eres demasiado linda para dañar tu rostro con tantas lágrimas. Dime, ¿Cómo te llamas?
* M-mi nombre… Lei…
* Sí que será un problema si el ejército real se entera que tenemos una fronteriza acá. A partir de ahora te llamaras Kai, ¿Qué te parece?
* -Me limpio las lágrimas de mi rostro para poder contestarle- Me… me gusta mucho…
* Bueno Kai, eres bienvenida a la familia Karasu.
Me pareció raro que mi maestra Akkai no hubiese llorado ese día, pero lo que yo no sabía es que mientras me hallaba consciente, ella había llegado a la mina y encontró al maestro Shen moribundo.
No logro salir de la mina con vida, pero logro decirle unas últimas palabras antes de partir. “Cuida a la niña, Kai es un bonito nombre que me recuerda al tuyo y muestra fortaleza, tal y como es ella”. Mi maestra lloro en todo el camino de regreso al campamento.
Es por eso que la llame madre cuando visitamos el campamento, es lo más cercano que tengo a una o por lo menos tenia. Con nuestro combate quedo claro que no tengo un hogar al cual volver.
* Te equivocas, aun no tenemos mi casa. Eres muy bienvenida ahí cuando quiera o por lo menos de mi parte y de Diana.
* Si tengo que seguir soportando las rabietas de tu padre prefiero vivir bajo de un puente.
* Pues te acompaño, en el mejor de los casos con nuestro sueldo conseguimos uno sin ratas.
* Jejejeje tus chistes han ido mejorando con el pasar del tiempo.
Me quedo mirando por la ventana del vagón un rato para luego mirar a un lado de mi asiento y ver la máscara la cual me tocaría portar cada vez que quisiera visitar la tierra que me vio nacer.
Es un poco duro aceptar el hecho de que ahora los intereses estén puestos sobre la moralidad. Sé que el hecho de vivir con los inhumanos es desesperante, pero hay maneras en la que podemos ayudar sin tener que herir a los nuestros.
* Oye Kai, ya estamos llegando a la estación de Jeited.
* Bueno, más vale prepararnos para el regaño del jefe.