El Legado de Kai - Capítulo 8 - Miedo en la oscuridad
Capítulo 8: Miedo en la oscuridad
Seguimos adentrándonos a las profundidades de la cueva, a pesar de que todos sentíamos que de la misma emana un aura muy extraña. Como si hubiera algo más que nosotros. Sin embargo, la herida del maestro Shen estaba empeorando por lo cual no era viable tomar una ruta alterna.
Teníamos si o si atravesar la mina si queríamos atenderlo a tiempo. Cada uno llevaba consigo una antorcha y además iba fuertemente agarrada del señor Hoshi para evitar perderme por los múltiples túneles que habían.
Llevaba varios días viajando con el maestro Shen y el señor Hoshi para saber que no me pasaría nada, pero aun así no puedo evitar tener miedo como el que tenía hace días cuando los monstros atacaron mi hogar. Aun así, apretaba con todas mis fuerzas la daga que me había regalado el maestro para defenderme de cualquiera que se acercara.
Mientras más avanzábamos podíamos ver lo deteriorado que estaba el lugar, muy probablemente llevaba alrededor de más de veinte años fuera de uso. La madera estaba pudriendo y las pocas herramientas que quedaron estaban llenas de óxido.
– Oye Shen, mira esto -Este entre los escombros logra sacar una pica- Está totalmente oxidada, esto podrías morir de tétano en segundos con esto.
– Tienes razón, pero, ¿A qué quieres llegar con esto?
– Para estar así de oxidada debe haber una fuente de humedad cerca, como un lago subterráneo.
– Mierda… Esperaba que ese presentimiento que tuvimos al entrar fuera solo paranoia, pero parece que estamos en lo cierto.
– ¿Q-qué pasa? -Preguntaba mientras intentaba esconderme entre ellos dos-
– Oh preocupes, solo estamos recordando viejas historias de nuestros viajes, te la contare cuando salgamos. Ahora mientras avanzamos sigue practicando tu apuñalada, ve andando que ya te alcanzamos.
– O-ok…
Mientras que con mi brazo izquierdo cargaba la antorcha, con el derecho iba practicando diferentes tipos de apuñaladas para poder desenvolverme mejor con armas cortas.
– Menos mal supiste reaccionar a tiempo, sería un problema ir por estos túneles si supiera que es muy probable encontrarnos con inhumanos.
– Claro… Además, por más que la haya entrenado de seguro al momento de ver a uno de ellos se congelara del miedo y recordara todo lo que vivió ese día. ¿Aun te quedan bombas de humo?
– ¿No estarás pensando activarlas aquí adentro? Teniendo en cuenta lo potentes que son y que estamos en un espacio muy cerrado harás que tengamos que salir corriendo de aquí si queremos conservar nuestros pulmones.
– No te preocupes, solo activa una si se acerca un inhumano a Lei, mientras tanto déjalas adentro de tu trasero.
– ¿Igual cómo te lo hizo esa chica de Basilia?
– … Debo conseguir otro compañero de viajes.
– Solo deja de ser así cuando te cases -Sigue avanzando mientras suelta leves risas a su contrario-
Seguí avanzando hasta cierto punto donde tropiezo con una tabla y caigo al suelo abruptamente. Trato de levantarme para darme cuenta al instante que había perdido el arma que me había regalado el maestro Shen.
Rápidamente me levanté del suelo y junto a la antorcha empecé a buscar por todo el lugar. Después de un rato aun no la encontraba y ya los señores se estaban acercando hasta mí, no quería decirle al maestro Shen que había perdido el arma que me obsequio por lo cual decidí alejarme un poco más con el fin de ver si había caído más lejos.
Desde la lejanía podía ver cómo había un pequeño brillo dentro de tanta oscuridad. Al acercarme un poco pude ver que era el filo de la daga. Sin pensarlo dos veces corrí hasta donde estaba, sin embargo, me detuve en seco al escuchar sonidos de rocas cayendo proviniendo de mi delante.
De la nada provenían más sonidos extraños como un jadeo y a algo arrastrándose. Retrocedo lentamente si dejar de mirar delante de mi hasta que en cierto punto vuelto a tropezar para caer nuevamente al suelo.
Esta vez sostengo la antorcha con fuerza para no perderla y así poder alumbrar sea lo que estuviera delante de mí. De repente suena un gruñido leve el cual va aumentando poco a poco lo cual provoca que el miedo se apodere de mí y quede totalmente estática ante la situación.
De la oscuridad veo salir una silueta de una criatura de color negro la cual fácilmente superaba en estatura a los señores. Sabía que si no hacía algo ahora mismo lo más probable es que moriría al instante, por lo actuó por instinto y le lanzo mi antorcha para acto seguido correr a dirección contraria mientras grito desesperadamente por ayuda.
Los señores Shen y Hoshi escuchan mis gritos por lo cual corren hasta llegar a mí. Me preguntaron porque estaba tan alterada, pero debido a los nervios no podía hablar bien. Aun así, apreté con fuerza mis puños para luego vocalizar con un fuerte grito.
– ¡Hay un monstruo más adelante! -Exclame con fuerza para luego ocultar mi rostro en el pecho del señor Hoshi-
Ni chispa aquel monstruo se acerca rápidamente a nosotros para embestirnos en el proceso, pero en menos de un segundo el maestro Shen logra desenfundar su espada para acertar un golpe letal a la criatura. Matándola al instante.
Iba intenta voltear mi miraba para ver qué era lo que me estaba persiguiendo, pero el señor Hoshi tapa mis ojos con su mano para acto seguido decirme que procurara tener la cabeza baja hasta que me dijera lo contrario.
No entendí porque me pedía eso, pero hasta cierto punto prefería no mirar sea lo que sea esa criatura y seguir aferrada al señor Hoshi. Por lo mismo me limite a abrazarlo con fuerza mientras mantenía mi cabeza baja.
El señor Hoshi me carga para luego correr junto al maestro Shen intentando buscar un lugar seguro en el cual descansar y pensar como seguir avanzando. De seguro mis gritos abran llamado la atención de más monstruos en la cueva.
Luego de correr un par de minutos encontraron una cabina la cual parecía una pequeña oficina donde guardaban documentos de la mina, si teníamos suerte podríamos encontrar un mapa el cual nos ayudase en poder llegar a la salida por alguna ruta alterna.
– Estos documentos sí que son muy antiguos, si aprietas demás la hoja se deshace.
– Es eso o la humedad que no ayuda a que se conserven. ¿Cómo esta Lei?
– Pues se ha quedado callada desde el encuentro con el inhumano, al parecer sin querer perdió el arma que le regalaste esta mañana y tiene vergüenza en decírtelo.
– * Pffff * Creo que esta niña va ser la razón por la cual no quiera tener hijos con Akkai.
– Oye no puedes culparla, solo trataba de recuperar el regalo que le diste, ella lo apreciaba mucho.
– Por lo mismo la tengo que regañar,
– -Este sostiene el antebrazo de su contrario- No es momento para hacer alguna de tus estupideces.
– -Hace caso omiso a su compañero y se aleja de él para acercarse a mí- Oye tú, ¿Es cierto que perdiste la daga que te regale?
Estaba sentada en una esquina de la oficina abrazando mis piernas mientras ocultaba mi rostro en ellas. Tenía mucha pena por lo que paso para mirar el rostro del maestro Shen.
Este sostiene mis brazos para separarlos y así poder mi rostro, aun así, intentaba tener los ojos cerrados para no tener que mirarlo a la cara. No obstante, no esperaba que el respondiera de la siguiente manera.
– ¿Crees que me importa un simple trozo de acero afilado? Tu vales más que eso Lei, recuerda eso. Cuando salgamos de aquí te regalare un arma mejor. Mientras tanto por favor prioriza mantenerte con vida, aun debes conocer a Akkai después de todo.
Luego de oír sus palabras no puede evitar sentir una fuerte necesidad de llorar la cual ahogaba mi ser. Aun así, me mantuve firme y logré soportar ese llanto dentro de mí. De seguro el maestro Shen le hubiera encantando que controlara bien mis sentimientos y mantuviera mis pensamientos centrados en el objetivo, el cual en este momento era salir de la cueva con vida.
Al instante me levante del suelo para abrazar al maestro Shen. Desvié un poco mi mirada para darme cuenta como el señor Hoshi estaba llorando poco, pero no eran lágrimas de tristeza si no de felicidad. Al parecer no esperaba una reacción tan afectuosa por parte de su compañero.
– Por favor Shen, ten hijos con mi hermana y hazme tío -Mientras lo decía se unía a nosotros con un abrazo-
– Cuando Lei me deje de abrazar te matare…
– Ah sí, mira esto. Encontré un mapa detallado de la mina, hay varias rutas por las que podemos salir de aquí sin necesidad de tomar la principal.
– ¡Al fin, buenas noticias! Ubiquémonos rápido para poder salir de…
– ¿Qué pasa…? -Este es interrumpido por su compañero el cual le tapa la boca-
– … -Este se agacha para pegar su oído al suelo- Escucho varios pasos, muy probablemente vienen hacia acá.
– Mierda, carga a Lei. Yo iré tratando de descifrar nuestra ubicación mientras corremos. Y se supone que entramos a esta mina porque era “segura”.
Antes de que pudiera reaccionar ya el maestro Shen me había cargado encima de su hombro para salir más rápido que una chispa de la cabina en la que nos encontrábamos. En ese mismo instante, logro escuchar a alguien corriendo a la lejanía de nuestras espaldas.
El miedo vuelva a intentar invadir mi cuerpo, pero esta vez me aferro con fuerza al maestro Shen para luego mirar al frente y gritar con todas mis fuerzas.
– ¡Rápido, salgamos de este lugar!